Lavar el tiempo, colgar la memoria
Exposición individual de Cecilia Cordi, ante la curaduría de Natalia Albanese Gisbert.
La primera imagen es un plano general de un río barroso, del cual emergen cuatro mujeres (¿podrían ser sirenas?), lavando. Todas ellas, con la tabla para lavar, el jabón blanco. A la acción del lavado, le suceden diálogos divertidos y elocuentes (…)
Penélope Cruz, le pide a Rosalía, le saque el niño de la espalda.
Siguen lavando.
Rosalía intenta entretener al niño con una ramita que encontró casualmente. Funciona. La madre puede dedicarse solamente a lavar. Un trozo de pan de jabón se difumina en el río y los peces jaboneros hacen su ingreso, otorgando el momento de máxima diversión para el pequeño.
Rosalía y una de la lavanderas, toman un fuentón metálico, salen de escena y se disponen a colgar las telas limpias, para que el sol haga su trabajo.
Estamos ante una escena cinematográfica de Dolor y Gloria, dirigida por Pedro Almodóvar.
Todas empiezan a cantar:
A tu vera
a tu vera, siempre a la verita tuya,
siempre a la verita tuya,
hasta que de amor me muera.
Que no mirase tus ojos,
que no llamase a tu puerta,
que no pisase de noche,
las piedras de tu calleja.
A tu vera, siempre a la verita tuya,
siempre a la verita tuya,
hasta que de amor me muera.
Mira que dicen y dicen,
mira que la tarde aquella,
mira que se fue y se vino,
de su casa a la alameda
Y así mirando y mirando,
así empezó mi ceguera,
Lavar el tiempo, colgar la memoria es una exhibición individual de Cecilia Cordi en la encontramos distintos soportes discursivos que responden a la pregunta ¿Qué pasa cuando lavamos? ¿Cómo se detiene el tiempo? ¿Esta tarea doméstica, es propiedad de las mujeres? ¿Qué pasa con los gestos del lavado, los incorporamos en otros hábitos?
A través de un proceso de experimentación e investigación, que comenzó en el año 2022 y que contó con la mirada de la artista Lucia Reissing, Ceci despliega una invitación a suspendernos en el tiempo y contemplar con detenimiento.
En esta exposición vemos un conjunto de piezas textiles (pañuelos, manteles, toallas) heredadas del ajuar familiar de la artista, bajo el tratamiento de Cecilia, que busca el detenimiento en el gesto: ponderando los pliegues, sutilezas y ausencias. Los dispositivos de montaje, cómplices a éste paréntesis artístico, aúnan las piezas hacia una atmósfera doméstica, femenina y litúrgica.
Así mismo, esta propuesta expositiva se expande hacia el lenguaje pictórico y es por ello que encontramos un registro caprichoso - que le escapa a la representación- de éstos textiles que yacieron inofensivos y silenciosos en la cocina o en el lavadero por décadas.
Por otro lado, estamos en presencia de tres grabados, que con la misma irreverencia de la pintura priorizan el detalle de cada pliegue.
Por último, la escena del foto montaje del lavado, que le da sentido a todo lo anterior. Hace VERBO el GESTO. Detiene el tiempo en 16 fotogramas e involucra activamente al espectador.
Del mismo modo que Almodovar, nos lleva a su mundo donde la sensibilidad femenina, es tan poderosa, como dolorosa, Lavar el tiempo, colgar la memoria, es una invitación a evocar poéticamente, la cotidianeidad de cada gesto.